La Justicia Restaurativa en el ámbito de los jóvenes es realmente la pieza clave para reducir la reincidencia, o más bien prevenir conductas que puedan acabar en delito, generar armonía social y un futuro mejor, porque como decía Pitágoras: “Educad a los niños y no tendréis que castigar a los hombres”. Aplicando los valores de la Justicia Restaurativa a la persona adolescente, el factor educativo y pedagógico que esta justicia conlleva, puede suponer un punto y aparte en su vida, un cambio que va a beneficiar de paso a sus familiares, amigos y vecinos. En el ámbito juvenil es donde más puede ayudar la Justicia Restaurativa para conseguir una generación de adultos, que no solo hayan desistido de delinquir sino que habrán aprendido valores restaurativos esenciales para la vida en comunidad como la empatía, diálogo, sensibilidad, respeto y empoderamiento. Es cierto que la Justicia Restaurativa empezó en jóvenes infractores, pues el propio derecho penal en jóvenes tiene como fin último la reeducación , es una función pedagógica más que punitiva. Sin embargo, y como alguien me comentaba en este blog hace unos meses, no se puede olvidar que en los adultos puede y de hecho tiene en general, un efecto similar.
No es cierto que los adultos no podamos cambiar, simplemente puede ocurrir que no se ha tenido la oportunidad de reflexionar sobre lo sucedido. Y es que son los procesos restaurativos, los que pueden llevar a los infractores a este punto de inflexión, para no querer delinquir, el proceso de justicia restaurativa es en sí mismo, terapeútico, ya que ayuda a la víctima a sanar, a recuperar el control de su vida y fomenta en el victimario una asunción de responsabilidad, les ayuda a ver que el delito sí dañó a otra persona, los recuerda su humanidad "olvidada" y esto produce en la mayoría de ellos, su voluntad de no querer delinquir de nuevo. Es decir, veo que los beneficios son muchos para todas las personas que quieran participar , porque son procesos que humanizan a los que toman parte, generan en ellos valores que desgraciadamente a veces hemos olvidado y frente al castigo y el aislamiento, favorecen la cohesión y reconexión de los individuos con la comunidad. Obviamente la justicia juvenil restaurativa se ve más productiva, por sus efectos en jóvenes que tienen una larga vida por delante, se tiene en cuenta que su personalidad en formación puede verse influenciada por factores externos y la justicia restaurativa va a ayudarlos precisamente a tomar sus propias decisiones y a verse también como parte de la comunidad, lo cual es importante para tener una generación de adultos responsables. Sin embargo, obviamente no hay que olvidar que todos podemos cambiar, si tenemos la oportunidad de reflexionar.
En la justicia penal juvenil con enfoque restaurativo, los ofensores son confrontados respecto de la aceptación de su responsabilidad, y se convierten en agentes activos en su obligación de reparar el daño para con la víctima y/o la comunidad. Ven el impacto que su delito ha tenido en la sociedad y esto puede servir de punto de inflexión para un cambio de comportamiento en el futuro. Aprenden a ver esta reparación como una prestación socialmente constructiva (el propósito no es humillarlos, sino darles una oportunidad para responsabilizarse y tomar conciencia del daño).
Es esencial para la persona adolescente, ver que hay personas que se preocupan por él, despertándole un sentimiento de responsabilidad respecto a su familia, círculo más cercano y comunidad en general. Entra en juego la vergüenza reintegrativa, por la cual la sociedad denuncia la conducta del infractor como inaceptable pero a su vez reafirman el compromiso de ayudarlo, si quiere cambiar.
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