jueves, 16 de mayo de 2013

Acerca de cómo acudiendo a un juicio no siempre se consigue JUSTICIA

 
 
 Cuando oigo que la gente se queja sobre qué mal funciona la justicia, suelo intentar defenderla, explicando mi visión de ella cuando fui juez. Obviamente cuando estas en esa posición, te das cuenta tarde o temprano que hagas lo que hagas nunca vas a dejar satisfechas a las dos partes al menos un 50% claramente va a estar descontenta con la resolución que has emitido, con razón mi abuela solía decir: “nunca llueve a gusto de todos”. 
Al ser una solución impuesta por un tercero es normal que esto sea así, incluso me daba cuenta que en ocasiones ni tan siquiera a la persona a la que habias dado la razón estaba satisfecha con lo que se habia dicho en la sentencia. Particularmente, yo siempre animaba a las partes ha llegar a un acuerdo por aquello de que creo que es mejor un mal acuerdo que un buen juicio. Si todo esto lo extrapolamos al ámbito puramente penal, la realidad es mucho más “hiriente” si cabe.

Os cuento algo que me ha ocurrido hace muy poco, hemos tenido un asunto en mediación penal, dos personas se habían peleado y amenazado y todo acabo en una denuncia y posterior citación a juicio de faltas. Durante el proceso restaurativo de mediación penal el denunciado, reconoció los hechos, asumió su culpa e incluso quiso reparar el daño moral causado. Sin embargo, este hombre tenía claro que si hubiese tenido que ir al juicio lo hubiera negado todo. Esta afirmación rotunda me llevó a preguntarme ¿por qué? No sé realmente porque el infractor en muchas ocasiones cuando va al juzgado se pone a la defensiva e intenta minimizar los hechos e incluso negarlos, justificando de alguna manera su conducta un tanto impropia. La realidad demuestra que esto sucede más de lo que creemos y esto genera en la víctima, sus familiares y allegados, un sentimiento de impotencia y de desencanto en la justicia.Lógicamente sus necesidades no solo no son cubiertas sino que la actitud del infractor puede generarla incluso más daño. Y es como ya he comentado en varias ocasiones, las víctimas desean ser escuchadas, tener voz en el desenlace del asunto y sobre todo sentir que se ha hecho justicia y todo esto es más fácil de conseguir a través de un proceso restaurativo como la mediación penal. 

Y ¿por qué? Otro ejemplo hace poco ha habido dos noticias que corroboran esta afirmación rotunda y es que en ocasiones denunciar y acudir a los tribunales (sobre todo si las partes tienen una relación previa, ya sea por ser vecinos, familiares, amigos…) no soluciona el problema que subyace y que ha dado lugar al ilícito penal. En los dos casos son dos familias enfrentadas por años de denuncias y conflictos que les han llevado una y otra vez a los juzgados. Sin embargo, el gran problema es que nos creamos que durante el juicio y delante del juez vamos a poder hablar de todos los problemas anteriores con la otra parte y por qué se ha denunciado. Lejos de esta realidad durante el juicio se hablará solo de si se ha cometido el delito o la falta y cómo ha sucedido. En ocasiones, lo que empieza con un hecho sin gran importancia, produce intercambios de denuncias, más hechos delictivos cada vez más graves y serios y al final se acaba en lo que llamamos la “escalada del conflicto”. Esto es lógico, si tu vecino te está continuamente amenazando, lo que deseas es primero poder vivir en paz, y que no lo vuelva a hacer, si el juzgado le condena a pagar una multa y éste vecino te sigue molestando, de nada habrá servido la maquinaria judicial. Por eso, muchos de estos conflictos penales/comunitarios a través del diálogo, la comunicación y participación activa de ambas partes pueden y de hecho tienen mucha mejor solución y satisfacción a largo plazo.

Si hablamos no ya de faltas, sino de delitos más serios, también son buenos estos procesos restaurativos, ante todo son muy beneficiosos para las víctimas, éstas recuperan su vida, su voz y van a poder superar el trauma del delito de una manera más satisfactoria. Y si con esto encima un infractor asume su responsabilidad, ve el daño que ha causado a otro ser humano y se compromete a no volver a delinquir, tendremos un infractor menos reincidiendo, con lo que la víctima sentirá que se ha hecho justicia y todos nosotros recuperaremos nuestro sentimiento de seguridad y de confianza en el ser humano.

Hace muy poco, conocí la experiencia de un mujer en Inglaterra, fue violada, su violador tuvo un juicio y fue condenado a bastantes años de cárcel, sin embargo ella no se sentía satisfecha del todo, no había podido enfrentarse al infractor, decirle unas cuantas cosas…por eso solicitó participar en un proceso restaurativo.

Tras este proceso pudo continuar con su vida, despojarse del rol de víctima, decirle al violador cuando daño la hizo en su día, pero que ya no le tenía miedo y que ya no la iba a volver a hacer daño, y sobre todo ella expresó como se sintió después de participar en este proceso de justicia restaurativa, y dijo algo que creo resume el por qué de la Justicia Restaurativa, por qué es tan importante y esencial para las victimas, ella dijo “ Por fin, dejé de ser la víctima de una violación y pasé a ser una superviviente de una violación y esto lo digo con orgullo”.

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