Ayer estuve preguntándome, si la actual Justicia satisface las necesidades de las víctimas, y claramente esto no suele suceder, quizá es porque los profesionales de la justicia piensan que las víctimas necesitan ciertas cosas, que no se corresponden con la realidad, me explico las víctimas tienen unas necesidades que algunas veces igual no sabemos ver, por eso me ocuparé de algunas de éstas. Howard Zehr, el “padre de la Justicia Restaurativa” así lo ha establecido, añadiendo además que cuando se trata con victimas a veces no se encuentran las palabras, sin embargo, la mayoría de ellas pasan por una serie de etapas desde que sufren el delito. Según Howard pueden llamarse “viaje” porque dependiendo de las personas, para unas victimas cada etapa o viaje será mas largo o mas corto.Estas etapas serían:
Viaje al entendimiento
Viaje al honor
Viaje reivindicativo
Viaje hacia la justicia
En la primera y segunda etapa, las víctimas se enfrentan a un proceso psicológico e interno en el que su necesidad primordial es intentar convivir con lo que han sufrido y poder superarlo. Se trata de reconstruir la historia, incorporando el delito como una parte más de sus vidas y trayectorias personales, además se intenta transformar la humillación, que supone sufrir un delito en honor (no es algo deshonroso ser víctima, sino que es un honor poder superar el trauma y salir adelante)
En la tercera etapa, las víctimas reflejan el proceso interno de las dos anteriores etapas en el mundo exterior a través de las reivindicaciones. En este momento, las víctimas necesitan saber que una persona (infractor) es la responsable. Necesitan que desaparezca el desequilibrio de poder entre ambos (victima e infractor) y que la balanza se equilibre lo más posible.
En la cuarta etapa, en la que el delito ha llegado a los tribunales (a la justicia), las víctimas tienen una serie de necesidades, según mi experiencia son:
Seguridad, se sienten satisfechas si creen que hay menos posibilidades de que el infractor vuelva a cometer nuevos delitos
Información y respuestas, las víctimas dicen que una de las mayores frustraciones es la dificultad que tienen para encontrar información sobre la evolución de sus casos. De hecho alguna víctima afirma que es lo único que desearían conseguir del sistema judicial.
Participación, necesitan participar y ser consultadas durante todo el tiempo que dura la tramitación. Desean que se las cuente la verdad y se las dé el "poder" para tomar parte en un hecho que las afecta de forma protagonista: el delito.
Muy relacionada con esta necesidad de participación es la necesidad de:
Reconocimiento, las víctimas quieren que se las estimule para sentirse partes de la Justicia. A través de la participación, restauración emocional y reparación material del daño se las está dando el reconocimiento y el valor que tienen como personas y como víctimas para que así la experiencia de la victimización se resuelva de forma satisfactoria. En cuanto a la restauración emocional, se puede decir que mientras los juzgados y los abogados hacen referencia al daño y sufrimiento experimentado y en ciertos casos son adoptadas sentencias con condenas económicas para compensar este daño, las víctimas suelen afirmar que el daño moral solo puede ser sanado por un acto de reparación emocional.
La mayoría de los delitos son estresantes, conllevan sentimientos de vulnerabilidad, enfado, desconfianza, vergüenza o auto culpabilidad.
El problema es precisamente que el sistema de justicia tradicional falla porque trata todas las ofensas de la misma manera, a pesar del diferente impacto que causan en las diferentes víctimas. Por supuesto que en ocasiones, la reparación material también resulta importante para las víctimas, y prefieren que se haga directamente y de forma voluntaria por el infractor. Como se puede ver, la mayoría de las victimas por si solas no buscan más castigo, sino ser tratadas como personas, de una forma más humana y no como meros objetos o pruebas del delito. Lo que ocurre es que la influencia mediática y la desesperación de no tener más apoyos, hace que las victimas clamen por penas más duras, sin embargo cuando todo ha acabado y el infractor ha sido sentenciado, se dan cuenta que el dolor, el vacío y la desesperanza continúa. Por eso se hace más necesario que nunca avanzar hacia una justicia que atienda a las victimas en cada etapa del viaje a su recuperación, intentando satisfacer sus necesidades de cada momento. Se trata de cambiar el orden de prioridades primero victimas y luego infractores, más que el que la hace la paga, sería el que la hace debe reparar o hacer algo para compensar su mal comportamiento.
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