Cuando pensamos que un delincuente merece ir a prisión en nuestra mente concebimos este lugar como un sitio terrible, donde el hecho de ir allí es en sí mismo un castigo. Incluso por la mente de muchos de nosotros pasan imágenes como “mazmorra” para los delincuentes que más reproche y alarma social causan, en un intento por otro lado lógico y humano, de apaciguar o mitigar el dolor y la indignación que la delincuencia crea no solo en las víctimas sino también en la sociedad.Tampoco podemos negar que muchos pensamos ante delitos muy graves y terribles que estos criminales merecen la muerte y además si alguien hiciera algo malo a nuestros seres queridos ¿quién no ha pensado o ha dicho alguna vez que lo mataría con “mis propias manos”?. Pero está claro que si la vida nos pusiera en este dilema pocos nos atreveríamos a atravesar este umbral y ponernos al mismo nivel que los delincuentes. Estos sentimientos de ira, impunidad, de que sale “barato” delinquir es porque realmente no encontramos ninguna otra forma de canalizar estos sentimientos ni nadie nos ayuda a transformar los sentimientos negativos por otro lado normales en todos los seres humanos, en otros constructivos y que sirvan para “curar” nuestra herida de la indignación y la rabia
Sin embargo, hay algo que cuando hablamos de delincuentes y delitos nunca tenemos en cuenta. ¿Por qué siempre nos centramos en cuánto castigo merece el delincuente? Lo realmente importante son las personas que han sufrido el delito, las víctimas pero siempre nos olvidamos de ellas
La Justicia Restaurativa da la oportunidad a las víctimas para que pasen de la hostilidad a la reconciliación,( atendiendo sus necesidades, escuchándolas y valorándola y abordando el quebrantamiento que el delito ha producido en sus lazos con la comunidad y con los suyos) estos sentimientos aunque parezcan antagónicos son diferentes paradas en un mismo camino hacia la restauración de éstas, además al atender de esta forma a las víctimas se evita que se generen en ellas más hostilidad, más violencia y un aumento de los ánimos de venganza. La reconciliación (puede o no ser entre víctima e infractor) pero realmente la más importante debe ser la reconciliación consigo misma, con su familia y con su entorno.
Solo así podremos recuperar a las víctimas y en muchas ocasiones a los infractores como dos ciudadanos nuevos.¿Y cuáles son los beneficios para la gente normal y corriente (para los ciudadanos)?
Muchas víctimas experimentan sensación de aislamiento, incomprensión y necesitan información que no reciben. Con la Justicia Restaurativa pueden obtener reparación del daño, recuperar el control de su vida y conseguir el cierre a las heridas que el delito la ha causado. Pone rostro al infractor, va a obtener respuestas a muchas de sus preguntas y va a ser escuchada. Van a sentir cierta liberación y van a tener una forma de canalizar su ira y sentimientos negativos para poder superar el trauma del delito.
Los infractores van a recibir una oportunidad y si quieren cambiar se les va a ayudar eso sí, van a ser activos, no se limitarán a recibir el castigo que la ley preve sino que si aceptan su responsabilidad van a reparar o mitigar el daño como una forma de mostrar su arrepentimiento. Ven a la víctima como una persona y no como un objeto aleatorio.
La comunidad también se involucra en el proceso y en promover una seguridad comunitaria. Será una sociedad más madura y responsable. Se genera un sentimiento de solidaridad y empatía hacia los que sufren el delito y como todo el mundo merece una segunda oportunidad el infractor la va a tener y si quiere cambiar será apoyado
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