viernes, 8 de junio de 2018

La Justicia Restaurativa, una justicia sanadora

El postulado fundamental de la Justicia Restaurativa es que el delito perjudica a las personas y las relaciones entre ellas  y que la justicia necesita la mayor compensación del daño posible. De esta premisa básica, surgen preguntas clave: ¿quién es el perjudicado, cuáles son sus necesidades y cómo se pueden satisfacer dichas necesidades?. Por tanto, si el delito daña a las personas y las relaciones, lo justo es que se repare el daño tanto como sea posible. La justicia restaurativa no se aplica porque es merecida, sino porque es necesaria. La justicia restaurativa se logra de manera ideal mediante un proceso cooperativo que involucra a todas las partes interesadas primarias ( víctimas, infractores y comunidad de apoyo) en la decisión sobre la mejor manera de reparar el daño ocasionado por el delito. Solemos pensar que cuando una víctima reclama que se haga justicia, que lo que pide es que el infractor sea castigado, realmente no siempre es así y si lo piden es porque no encuentran de la justicia ningún apoyo más. Pero las víctimas tienen unas necesidades cuando claman por justicia, como la de ser escuchada, ser informada y poder sentirse reparada de la forma que necesite no como imponga el sistema y pocas veces son atendidas por el sistema tradicional de justicia.

Un sistema de justicia penal que solamente imparte castigos a los infractores y excluye a las víctimas no encara las necesidades emocionales y relacionales de aquellas personas que se vieron afectadas por el delito. En un mundo donde las personas se sienten cada vez más alienadas, la justicia restaurativa restablece y desarrolla sentimientos y relaciones positivas. Un sistema restaurativo de justicia penal apunta no sólo a reducir la cantidad de delitos, sino también a disminuir el impacto de los mismos. La capacidad de la justicia restaurativa de tratar estas necesidades emocionales y relacionales y de comprometer a los ciudadanos en el proceso es la clave para lograr y mantener una sociedad civil sana.

Se trata de una justicia que hace las cosas bien porque hace sentir bien a víctimas, propicia la reconexión del infractor con la comunidad y favorece una sociedad más madura, responsable y segura. 

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