INTRODUCCIÓN
Hace unos días hemos podido leer esta noticia “Eugen Marin Sabau, exvigilante de seguridad que en diciembre del año pasado disparó contra cuatro personas y más tarde fue abatido por la Policía catalana, ha muerto este martes por voluntad propia y acompañado por sus familiares, en el consorcio hospitalario de Terrassa, a donde ha sido trasladado esta mañana del hospital penitenciario.
Tetrapléjico, sin una pierna y con dolores crónicos, solicitó la eutanasia, tras un largo proceso legal y de recursos judiciales. Eugen se ha convertido en el primer preso en España que muere por eutanasia, sin haber sido juzgado de los delitos que se le imputaban: cuatro intentos de homicidio, atentado a la autoridad y tenencia ilícita de armas”.
Frente al derecho a una muerte digna tras la aprobación de la ley de eutanasia en España el año pasado, estaban los derechos de sus víctimas y sobre todo sus necesidades que finalmente no se han visto atendidas. Curiosamente la magistrada descartó además un conflicto entre el derecho a la integridad física y moral, el derecho a la dignidad, el derecho a la libertad y a la autonomía personal de quien decide poner fin a su vida, frente al «derecho a un juicio justo» por parte de las víctimas.
¿DERECHO A UN JUICIO JUSTO O DERECHO A OBTENER JUSTICIA?
Este es un caso en el que se han obviado los derechos de las víctimas o más bien no se han escuchado cuáles eran las necesidades de estas personas que sufrieron los daños. Por eso, somos muchos los que opinamos que frente a la justicia tradicional que se ciñe a la estricta legalidad, no analiza el caso concreto y no individualiza la respuesta, la justicia restaurativa puede y debe actuar precisamente en casos concretos en los que el sistema tiene ciertos fallos o quizá más bien no entiende qué necesitan las víctimas, o más bien deciden qué es lo mejor para las víctimas sin escucharlas. Continua leyendo el artículo en el siguiente enlace:
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