Hace un tiempo, escuchaba cómo una víctima hablaba del asesinato de su hija, y de cómo todo el mundo intentaba consolarla diciéndola, lo han "pillado" y lo van a condenar a muerte, ya veras. Por supuesto que esto no la tranquilizaba, y es que una vez más, me gustaría recordar que los que nunca hemos sido víctimas, somos mucho más punitivos que las víctimas reales y esto sin duda, es porque por mucho que nos pongamos en el lugar de las que han sufrido un delito tan grave, no sabemos qué puede necesitar cada víctima para superar o al menos empezar este camino hacia la superación del delito.Esta señora hablaba de cómo el dolor no la permitía levantar cabeza, y como en este camino se encontró con la Justicia Restaurativa.
Hasta ese momento, su único consuelo y a la vez temor era pensar que el asesino de su hija era un "monstruo", era un consuelo porque esto la hacia pensar que no todo el mundo es así, y que su entorno seguía siendo un buen lugar para vivir, solo que había tenido la mala suerte de encontrarse con un auténtico monstruo. Sin embargo, también estos pensamientos la hacían sentir mucho temor, y es que esto había generado en ella mucha desconfianza, llegando incluso a convertirse una paranoica, si esta persona que mató a su hija era un monstruo, entonces¿como distinguir a los monstruos de los que no lo son?
Llegó un momento que ya no se fiaba de nadie, hasta que un día la ofrecieron la posibilidad de escribir al asesino de su hija una carta, al principio este infractor no reconocía lo que había hecho, no se sabe muy bien si por el sentimiento de vergüenza o porque efectivamente igual y después de todo era un monstruo. Sin embargo, un buen día cuando ya estaba cumpliendo una condena ejemplarizante, recibió una llamada en la que se la invitaba a visitar la cárcel y entrevistarse con el asesino de su hija, esta señora no se lo pensó dos veces y fue. Una decisión que igual muchos no entenderíamos desde afuera pero que desde dentro es totalmente justificada, esta señora quería "saber", conocer a la última persona que vio a su hija con vida, y sobre todo quería ver cómo era este chico. Contaba cómo estaba muerta de miedo de no saber qué iba a pasar realmente y cuando por fin encontró al infractor, dice que sintió alivio, vio que era un chico normal como cualquier otro, no un monstruo y que sentía muchos remordimientos por haber matado a su hija. Y lo perdonó, así se lo dijo a pesar de que no pensaba perdonarlo, lo perdonó pero no para justificar su acción, u olvidar el daño que la causó con la pérdida de su hija, lo hizo para poder dejar de estar "dominada" por el odio y los deseos de venganza.
Comprendió que el odio no la iba a dejar continuar su vida, y que la iba a unir y mantener atada al infractor y al recuerdo constante del asesinato de su hija de una forma dolorosa y muy difícil de soportar. Con el perdón, dejó marchar estos sentimientos negativos para cambiarlos por algunos más positivos que la ayudaran a continuar su vida, su hija no hubiera querido que destruyera su vida, y en honor a su hija quería superar su perdida. Cada vez que escucho un testimonio como este, me reafirmo más en la creencia de que la justicia restaurativa debe estar disponible para cualquier víctima con independencia del delito sufrido y su gravedad, porque si las víctimas lo desean, son en los delitos más graves cuanto más puede, esta justicia, ayudar a las víctimas, y por supuesto a los infractores. A las víctimas las ayuda a incorporar el daño sufrido como un aspecto más de su historia vital y a los infractores, al menos a muchos de ellos, los ayuda a encontrarse con su humanidad olvidada, y a que los demás los puedan ver como lo que son seres humanos. Sin duda, esta Justicia es la justicia que todos nos merecemos, si creemos que el mundo no es un lugar tan malo.
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