Nunca es suficiente con castigar a los autores del delito, siempre hay que llegar al mismo tiempo a ayudar a las víctimas y estar con ellos en sus momentos de mayor vulnerabilidad y necesidad para que puedan sacar fuerza de nuestra solidaridad, tanto en el aspecto práctico como emocional. Dicho esto así, puede sonar muy bonito pero poco práctico, por eso nos hemos empeñado una y otra vez en pensar que las víctimas lo único que desean es que el infractor sea castigado duramente, pensar así es mucho más fácil, pero sin duda, lo que produce es que todo se centre en un tira y afloja entre el infractor y el estado, en el que la víctima se halla en el medio pero como un instrumento para conseguir que el estado se salga con la suya y pueda castigar al infractor. Hacemos de la víctima un "cebo" para "dar su merecido" al infractor pero nos olvidamos que más allá de si el infractor es culpable o no, existe una persona que ha sufrido un daño y que necesita que la escuchen, la comprendan y la informen de todo lo que está pasando.Las víctimas suelen ser unánimes en su opinión de que la expectativa más importante que tienen de los profesionales judiciales, es la de ser tratadas con respeto. Su expectativa se manifiesta sobre todo en el deseo de sentir confianza con la información sobre el delito, el delincuente y acerca de las opciones que el tribunal considera para dar respuesta a su caso.
Una segunda prioridad para las víctimas es la oportunidad de ser oída, y tener participación en el proceso de toma de decisiones. Su necesidad de reparación es importante , pero si se aborda estas necesidades iniciales de respeto, información y participación, la restitución o reparación deja de ser tan urgente. Las víctimas tienen más interés en que los infractores se responsabilicen de su deber de reparar o restituir porque esto implicará que han asumido el delito y que su conducta efectivamente dañó a otro ser humano. Por eso, este interés de la víctima en la responsabilización, debe ser también un interés de todos nosotros como miembros de la comunidad, ya que si logramos esto, podemos estar más seguros que habrá menos probabilidades que este infractor vuelva a delinquir y con ello tendremos menos posibilidades de convertirnos en potenciales futuras víctimas.
Por otro lado, muchos operadores jurídicos se muestran sorprendidos cuando las propias víctimas parecen interesadas en la rehabilitación del infractor, esto no es descabellado para los ojos de la Justicia Restaurativa ya que uno de los valores que se genera es la empatía tanto del infractor para con la víctima a la que dañó como la víctima que puede haber comprendido, que no justificado,, el por qué este infractor delinquió y no quiere que otras personas pasen por lo mismo, por eso, está interesada en que las posibles causas que originaron el delito desaparezcan. Si la víctima participa en la reinserción del infractor, esto la va a ayudar a su curación o al menos a empezar el camino hacia la superación del trauma de haber sufrido el delito. No se trata de justificar el delito sino de ayudar al que ha asumido lo que ha hecho y quiere cambiar y sobre todo se trata de apoyar a los verdaderos afectados por el delito las víctimas y otros afectados indirectamente.
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