En muchas ocasiones he comentado, que lo lógico será que el infractor no reconozca a priori el delito, y por esta negación del delito, solemos juzgar al infractor sin pararnos a pensar que lo que ocurre es que siente vergüenza y esto le impide reconocer que causó un daño. Parece claro que la vergüenza juega un papel importante en la psicología humana y las interacciones. Así que la vergüenza se da en todas las sociedades. Sin embargo, los investigadores sugieren que la vergüenza de las tendencias racionalistas de la sociedad occidental nos ha llevado a negar o ignorar la vergüenza. Como resultado tenemos que rara vez se habla de vergüenza y si se hace es casi de modo figurado. Por eso, la vergüenza pasa a la clandestinidad, sin dejar de operar, pero a menudo de manera negativa.La vergüenza puede ser positiva cuando nos motiva a hacer lo correcto - cuando modificamos nuestro comportamiento para dejar atrás la vergüenza. Pero la vergüenza es esencialmente una amenaza para nuestra autoestima y cuando el estigma vergüenza entra en juego nos debilita. De hecho la vergüenza juega un papel importante en la mayoría de los infractores, así como en la forma en los que ofenden experimentan la justicia.
También creo que a menudo desempeña un papel significativo en el trauma de las víctimas y las formas negativas en que a menudo experimentan la justicia. Este entendimiento de vergüenza proporciona una explicación fundamental de por qué las víctimas de un crimen frecuentemente tienen una gran sensación de vergüenza, aun cuando el agresor fue quien cometió el delito.
Donald Nathanson ha identificado una "brújula" de la vergüenza. sienten vergüenza. Los cuatro polos de la brújula de la vergüenza y los comportamientos asociados a ellos son los
siguientes:
• Aislamiento - aislarse de los demás, correr y esconderse.
• Ataque a uno mismo – auto degradarse, masoquismo.
• Negación – denegar, abusar de las drogas, distraerse buscando emociones intensas.
• Ataque a otros – revertir la situación, arremeter contra otros, verbal o físicamente, culpar a los demás.
Respecto de las víctimas, la vergüenza muchas veces las lleva al aislamiento, o al ataque a uno mismo. Pero también sucede en los infractores y el sentimiento de vergüenza en ocasiones lleva a los infractores a negar el delito y revertir la situación atacando a los demás y culpándolos de sus propios actos.
Las prácticas restaurativas por su naturaleza misma proporcionan una oportunidad para que expresemos nuestra vergüenza junto con otras emociones, y al hacerlo, reduzcamos su intensidad.
En las reuniones restaurativas, por ejemplo, las personas normalmente pasan de los afectos negativos, a través del afecto neutral hasta los afectos positivos(Nathanson, 1998).
Nuestro énfasis dentro de los procesos restaurativos debe estar en ser conscientes de la dinámica de la vergüenza y en la búsqueda de maneras de manejar la vergüenza - en formas que la vergüenza se podría suprimir o incluso, a través de la reafirmación y la reparación se puede sustituir por un sentimiento de orgullo o logro. En el caso del infractor, la idea es que el infractor vea que el delito no simplemente pasó sino que él/ella provocaron que pasara, pero a partir de ahí, revertir el sentimiento negativo de la vergüenza en otros más positivos que le lleven como he comentado a un sentimiento de hacer lo correcto, de que a pesar del daño causado, ha tenido la oportunidad de enmendar el daño y que por eso será mirado por lo bueno que haga desde ese momento en adelante.
De ahí, que una de las formas en que se puede valorar el trabajo del facilitador restaurativo es cómo maneja el sentimiento de vergüenza durante el proceso para transformarla por otros sentimientos más positivos. Y mientras que la vergüenza es un factor, hay otros sentimientos más significativos como el reconocimiento, la empatía y la disculpa.
El resultado final, como tantas veces ha dicho Howard Zehr, es el respeto. Durante un proceso restaurativo lo que marca la diferencia es el respeto de los afectados por el delito al proceso en sí mismo que los lleva a respetarse a ellos mismos, tanto al infractor, el cual puede pasar de la vergüenza al sentimiento de que ha hecho lo correcto y la víctima que deja los sentimientos de humillación por los de sentirse respetadas y escuchadas.
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