INTRODUCCIÓN
Cada vez que veo la película "la sociedad literaria y el pastel de piel de patata" basada en un libro del mismo nombre, me doy cuenta la importancia que tiene para nosotros, como seres humanos, sentirnos parte del grupo. Cuenta la historia de unas personas inmersas en plena segunda guerra mundial, que recuperan la sonrisa cuando empiezan a reunirse varios vecinos, primero a compartir una cena y luego lecturas literarias.
Lo que se ve en la película, lo que para mi subyace es que compartir con el grupo, sentirnos parte de la comunidad, nos hace recordar que somos humanos y nos conecta como personas.
La guerra además de las secuelas físicas, lo que hace es impactar en su espíritu y sentirse parte de un grupo, en este caso, la sociedad literaria, les hace olvidar por unos instantes la guerra y las secuelas físicas. El sentir que no estamos solos, y que otras personas nos acompañan en el camino de la vida, es esencial.
Pues con el delito, sucede lo mismo. Nos separa como grupo, primero afecta a la víctima y al infractor, que se aíslan de su entorno. Pero la comunidad también se desquebraja, porque la desconfianza y la perdida de seguridad, que provoca el delito, nos llega a todos nosotros. De repente, el mundo ya no es un lugar bueno para vivir, los cuentos con finales felices, dejan de tener sentido. Frente a esta desconexión, la justicia restaurativa nos recuerda que todos estamos interconectados y que lo que hacemos, afecta a los demás y a nosotros mismos. La Justicia Restaurativa da participación a los miembros de la comunidad para que como grupo, tomen decisiones y así funcionar mejor en el futuro, más cohesionados.
SENTIMIENTO DE PERTENENCIA AL GRUPO
Esto suena muy bonito pero en un mundo en el que vivimos deprisa, mirando a los móviles, aislados, muchas veces de nuestro entorno más cercano ¿sigue siendo importante para nosotros la comunidad? ¿Hasta que punto sentirnos parte de algo superior es importante?
Efectivamente, aunque parezca que cada día es menos importante para nosotros estar en grupo, somos seres gregarios, desde que nacemos vivimos en comunidad: familia, amigos, escuela, compañeros de trabajo, vecinos.....y aunque algunas comunidades nos importan menos que otras, nos gusta sentirnos parte de algo más y de hecho, sentir que importamos al grupo nos hace bien.
Por eso, poder compartir nuestras alegrías y tristezas con los que nos rodean, nos acerca como personas, la comunicación es importante para no olvidar que somos seres humanos, aunque muchas veces, se haga a través de las tecnologías modernas es importante. El diálogo, la comunicación, compartir, nos hace mejores. Todo esto es lo que hace la justicia restaurativa, en diversos ámbitos comunitarios (escolar, laboral, familiar...) y como no, en el ámbito penal, fue aquí cuando surgió y precisamente como forma de dar "voz" a las personas afectadas por un daño, lo cual incluye no solo a las víctimas y a los infractores sino a la comunidad.
Frente al sistema tradicional, gestionado por profesionales en los que las partes tienen poco que decir, salvo el victimario, la justicia restaurativa, nos da una voz hasta hace poco desconocida, que nos empodera y nos recuerda el valor de las relaciones con los que nos rodean y la importancia de que todos estemos bien, para que el grupo funcione mejor.
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