jueves, 10 de octubre de 2013

El valor de la empatía en la Justicia Restaurativa


Ayer establecía que el miedo al castigo y a recibir una pena muy dura, no siempre causa el efecto deseado de disuadir o evitar que se cometan nuevos delitos. Para mi, sería bueno tal y como decía Thomas Kuhn[1] basarnos en un paradigma psicológico-filosófico y en lugar de obligar a la gente a comportarse de manera adecuada ante la amenaza del castigo, se debería alentar el desarrollo de la empatía

 La empatía suele definirse como “ponerse en los zapatos del otro”. Es una habilidad que nos permite estar conscientes para reconocer, comprender y apreciar los sentimientos de los demás.

Siguiendo a Thomas Kuhn, y aplicando todo esto a la Justicia Restaurativa, si tratamos de generar empatía en las partes, los beneficios son importantes, por un lado se puede conseguir que el infractor aprenda que no debe delinquir pero no por el temor a recibir un castigo sino porque ha comprendido que con esta actitud está dañando a una persona, a un ser humano.

 Por otro lado la víctima podrá conocer de propia “voz del infractor” el por qué del delito, esto la ayudará a obtener respuestas, ver el ser humano que existe tras el crimen y así superar el trauma del delito.

Además con los procesos restaurativos más inclusivos como las conferencias o los círculos este desarrollo de la empatía también va a beneficiar a la comunidad: amigos, familiares, vecinos…y es que como decía Gandhi “las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”, lo cual significa que si pudiéramos lograr esto, podríamos tener menos personas cometiendo delitos, vecinos más humanos y en general sociedades más pacificas, lo que al fin y al cabo favorece a todos, y es el objetivo último de todos los sistemas de justicia.
 Lo que está claro es que el desarrollo de esta empatía puede llegar a surgir, a través de un proceso restaurativo ya que estos se basan en el dialogo y la comunicación, mientras que con el sistema de justicia tradicional esto es casi imposible, por cuanto la víctima como ya se ha dicho es un mero testigo pasivo de los hechos, no tiene posibilidad de decidir y todo es gestionado por profesionales ajenos al hecho delictivo. En este ambiente tan frío lejos de conseguir empatía las partes desarrollan más sentimientos de hostilidad y venganza.
Lógicamente si queremos adelantar la prevención del delito, lo ideal sería poder inculcar y promover los valores restaurativos en los colegios, para que los niños puedan aprender el valor del diálogo, comunicación no violenta, empatía por sus semejantes y por otros seres vivos, esto ayudará a tener futuros adultos, alejados del delitos. Esto sería extender la justicia restaurativa no solo al estricto plano de la justicia penal, sino en todo los ámbitos de la vida cotidiana: colegios, lugar de trabajo, vecindario....así se evitaría que muchos conflictos llegaran a los tribunales en forma de delito. Para muchos, esto son las prácticas restaurativas, de las que la justicia restaurativa es una categoría, sea cual fuere el nombre se trata de construir un mundo con un enfoque restaurativo donde las personas aprendan a gestionar sus conflictos ( delitos y no) de una manera más constructiva.


 
[1] Thomas Kuhn “La estructura de las revoluciones cientificas” 1962. Editorial de la Universidad de Chicago.

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