lunes, 15 de marzo de 2021

El perdón no es objetivo de la justicia restaurativa


A VUELTAS CON EL PERDÓN QUE NADA TIENE QUE VER CON JUSTICIA RESTAURATIVA

Empieza a ser un gran problema las prácticas "extrañas" o las pseudoprácticas de justicia restaurativa puesto que en lugar de trabajar los aspectos básicos de la justicia restaurativa tanto en programas individuales como en reuniones preparatorias y/o conjuntas se comienza a hablar a los participantes sobre temas que nada tienen que ver con justicia restaurativa como el perdón. A fecha de hoy gente que se supone tiene formación en justicia restaurativa, dedica horas a hablar a los participantes de justicia restaurativa y lo que es peor transmite al ciudadano que el objetivo es perdonar y pedir perdón. Esto ha llegado a ser tal que acabo de ver una resolución de un importante juez de la audiencia nacional que deniega un permiso a un privado de libertad porque supuestamente no ha pedido perdón a sus víctimas, como lo leéis en una resolución jurídica habla de que no ha pedido perdón a sus víctimas. En primer lugar, lo que más me escandaliza es que una vez más el juez ha decidido que las víctimas quieren que se las pida perdón, ¿lo ha consultado con ellas? pero lo más triste es que piensa que esto es esencial. En segundo lugar, me temo que lo relaciona con justicia restaurativa y esto si es increíble que todavía no se hayan dado cuenta que el perdonar es una consecuencia beneficiosa pero no hacemos prácticas o programas restaurativos con el objetivo de perdonar. Esto es algo muy personal, y no entramos en estos objetivos, además corremos el riesgo que el perdón se quede en algo no sincero, porque pedir perdón es fácil, mucho, lo difícil es empatizar y entender la historia que hay detrás de las víctimas. 

Pues este juez le exige esto, a pesar de que el privado de libertad ha enviado una carta diciendo que para él sería muy fácil pedir perdón pero que entiende que debe hacer mucho más y que lo ha aprendido por el programa de justicia restaurativa que tenemos en Burgos. ¿Qué imagen damos si centramos todo en el perdón? ¿todas las víctimas quieren perdón? ¿Por qué una vez más decidimos por ellas sin pararnos a pensar qué quieren?. Lo dicho malas prácticas que provienen de personas con poca idea de justicia restaurativa y que lo más triste son acogidas por políticos y jueces. 

¿Repara una petición de perdón o un lo siento? Particularmente, creo que un lo siento no es suficiente y para argumentar esto, me viene a la mente las peleas que todos alguna vez hemos tenido con hermanos o amigos, recuerdo a mi madre, diciéndonos: “pediros perdón” y también me acuerdo, de haber dicho un lo siento, en más de una ocasión, entre dientes y deprisa, sin sentirlo, de verdad. Quizá con este ejemplo muchos penséis, que se trata de niños…sí efectivamente puede ser, pero si un niño que se supone que tiene menos malicia, es capaz de pedir perdón sin ser de verdad, ¿Qué no hará un adulto y más si ha cometido un delito grave que ha dañado a otro ser humano? Y sobre todo, ¿Qué no hará  un infractor si sabe que con un lo siento, puede conseguir alguna clase de beneficio penitenciario?

Por eso, aquí la clave está en qué repara más un lo siento o un reconocimiento. Por supuesto, es mucho más importante un reconocimiento que una petición de disculpas. Es mejor que alguien te diga: “si, reconozco lo que ha pasado, y como te sientes, y sé que soy responsable por ello”. Al fin y al cabo, todas las víctimas, necesitan saber que se ha hecho justicia y para ello, es esencial que haya alguien que se responsabilice por el daño que ha sufrido. Porque ¿Qué pasa si se dice lo siento pero realmente no se cree que se haya hecho algo mal? Pues que entonces no estaríamos hablando de justicia, porque simplemente no se habría hecho justicia.

¿Y QUÉ PASA CON EL PERDÓN?

Las buenas prácticas de justicia restaurativa o restauradora, deben dejar de un lado las disculpas y el perdón. Es común pensar que la justicia restaurativa es sinónimo de pedir perdón, incluso ha habido iniciativas restaurativas muy mal enfocadas que se centran en que el infractor, con pedir perdón, ya obtendrá todos los beneficios posibles, pero no es ni debe ser así. ¿Por qué? Porque lo que está en el centro del objetivo es el dialogo, o si se quiere decir de una forma menos “romántica”, la discusión acerca de cómo impactó el delito en la víctima o cual fue el dolor que este crimen las causó, se trata de una dinámica, por supuesto no fácil, en la que la gente se toma su tiempo, espacio y se escuchan unos a otros. Por eso, es esencial que el infractor entienda el contexto, solo así podrá comprender el daño que infringió. Este “contexto” no es otra cosa, que lo que ya he dicho, escuchar el mencionado impacto que su acción tuvo en la víctima. El contexto es el conocimiento de la perspectiva de las victimas, es la “historia que rodea la historia”. Una vez que el infractor sabe donde está y el daño que ha causado, solo entonces puede empezar el camino de hacer las cosas bien para la víctima, para la comunidad y para él mismo.

Esta asunción de responsabilidad, implica que va a tomar el control y ha aprendido la lección, ha crecido como persona, ha evolucionado y quiere cambiar. (Todo esto ¿acaso no es la vida misma, la vida en estado puro?).

EL PERDÓN ES UNA CONSECUENCIA BENEFICIOSA DE LA JUSTICIA RESTAURATIVA

Lo que es más sorprendente es que los que conocemos los procesos restaurativos sabemos que estas disculpas y perdón, vienen cuando menos te lo esperas. No se debe forzar nada, ya que para la “curación” de las victimas, el primer paso son los sentimientos de pena, ira e incluso venganza, aunque pueda resultar paradójico, esto es normal y es así, es un camino largo que empieza con estos sentimientos lógicos en cualquier persona que ha sufrido un daño y que necesita sentir que hay justicia y que un infractor va a responder por su sufrimiento. Por supuesto, este camino hacia la curación es muy personal y depende de cada víctima, ya que cada una es diferente de la otra, y no hay dos personas que lleven el duelo de la misma forma, expresen su malestar igual o incluso “cicatricen” sus heridas de la misma manera, especialmente si las heridas no son materiales sino “del alma”.

Lo que si hay es una experiencia común acerca de cómo la gente sufre las pérdidas.

Algunas personas critican la justicia restaurativa porque creen que puede traumatizar a las victimas otra vez, claro que esto ocurriría si se piden disculpas forzadas, porque ¿Cómo se puede pedir perdón si no se sabe la historia completa de cómo el delito irrumpió en la vida de la víctima? De ahí, que lo esencial sea la rendición de cuentas del infractor y el reconocimiento, por eso el facilitador de un proceso restaurativo lo que hace es preparar al infractor para que de una forma totalmente voluntaria, pueda asumir su responsabilidad y participación en el delito. Normalmente el camino del reconocimiento lleva a concluir con un “lo siento” pero sincero y verdadero.

CONCLUSIÓN

Todo esto lejos de resultar utópico es lo que necesitan las víctimas y ojalá llegue el día en que el derecho de participar en un proceso restaurativo, con independencia del delito sufrido o del lugar donde esté la víctima, se convierta en un derecho universal para todas ellas. Así sabremos que estamos en el camino del respeto y reconocimiento hacia su persona y su historia, y podremos tener infractores realmente arrepentidos. Para esto, más que petición de disculpas es necesario una responsabilización o más bien reconocimiento de los daños por parte de los infractores, solo así podemos estar seguros que su arrepentimiento es verdadero.


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