domingo, 7 de diciembre de 2025

Humanizar para sanar: la justicia restaurativa como camino de reconstrucción

 

(imagen propiedad de Virginia Domingo)

En la justicia tradicional, la pena se considera el principal medio de reparación para la víctima y para la sociedad. Sin embargo, en la práctica, esta sanción suele ser más simbólica que efectiva; el daño real y las emociones de las personas involucradas apenas se abordan, y nada cambia de manera significativa en sus vidas. A menudo asumimos que las víctimas sienten únicamente odio o rencor, pero olvidamos que, si queremos que puedan sanar, es fundamental ayudarlas a canalizar esos sentimientos negativos de forma constructiva.

Además, el proceso penal tradicional tiende a deshumanizar a las víctimas, presentándolas como meros objetos de un procedimiento. Esta deshumanización se traslada también a los ofensores, quienes terminan cosificando a quienes han sido perjudicados y percibiéndolos como algo abstracto, ajeno o irrelevante.

La Justicia Restaurativa, por el contrario, adopta un enfoque profundamente humanizador. Reconoce y respeta la humanidad de todos los afectados —víctimas, infractores y comunidad—, ofreciendo espacios donde puedan expresar sus emociones, asumir responsabilidades y emprender un proceso de sanación real. En lugar de centrarse únicamente en la sanción, busca reparar relaciones, restaurar confianza y generar cambios significativos en la vida de las personas.

CONCLUSIONES

El análisis evidencia que la justicia tradicional, centrada en la pena, cumple una función simbólica que rara vez genera un cambio real en la vida de víctimas, ofensores o comunidad. Aunque busca reparar el daño de manera formal, el proceso tiende a deshumanizar a todos los involucrados, dejando intactas las emociones, el dolor y las relaciones afectadas. Las víctimas pueden quedar atrapadas en sentimientos negativos sin herramientas para gestionarlos, mientras los ofensores a menudo cosifican a quienes han dañado, perpetuando una desconexión emocional peligrosa.

La Justicia Restaurativa ofrece una alternativa profundamente transformadora: pone en el centro la humanidad de todos los participantes. Al permitir que las víctimas expresen sus emociones y sean escuchadas, y al involucrar a los infractores en la comprensión y reparación del daño, se abre un espacio de sanación auténtica. Este enfoque no solo facilita la gestión de sentimientos como el odio o la frustración, sino que también fomenta la responsabilización, la empatía y la reconstrucción de la confianza.

En definitiva, humanizar los procesos de justicia no significa minimizar el daño ni eximir responsabilidades, sino ofrecer un camino para que el dolor se transforme en aprendizaje, reconciliación y crecimiento. Apostar por la Justicia Restaurativa es creer en la capacidad de las personas para cambiar, reparar y contribuir a una sociedad más justa y compasiva.

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