lunes, 29 de diciembre de 2025

Escucha como base de la justicia restaurativa


 

(imagen propiedad de Virginia Domingo)

Los procesos restaurativos parten del reconocimiento de que el daño causado por un delito no se limita a la infracción de una norma, sino que impacta profundamente en la vida emocional, relacional y comunitaria de las personas. Por ello, estos procesos buscan crear espacios donde quienes participan puedan relatar los hechos desde su propia vivencia, expresar los sentimientos que emergen a partir de lo ocurrido, identificar qué necesitan para que la situación pueda mejorar y reflexionar sobre su implicación futura. Todo ello con el objetivo último de facilitar la reintegración y la reconexión con la comunidad.

En la justicia restaurativa, contar la historia no es un acto secundario: es un acto reparador. Se trata de ofrecer a las personas la oportunidad de narrar lo vivido sin sentirse interrogadas, cuestionadas o juzgadas. El proceso se construye sobre la base de un espacio seguro, donde la escucha es genuina y respetuosa, y donde cada voz tiene valor. En este contexto, la palabra se convierte en una herramienta de sanación y dignificación.

Es fundamental comprender que las personas participantes no son objetos de análisis ni expedientes judiciales, sino contadoras y contadores de sus propias historias. Historias atravesadas por el dolor, la culpa, la rabia, el miedo o la pérdida, pero también por la esperanza de ser escuchadas y reconocidas. El rol de quienes facilitan los procesos restaurativos no es dirigir el relato ni emitir juicios, sino escuchar activamente, acompañar con sensibilidad y alentar la expresión auténtica como un primer paso hacia la recuperación tras el impacto que el delito ha tenido en sus vidas. Escuchar una historia es reconocer a quien la cuenta; es validar su experiencia y abrir la posibilidad de reconstruir vínculos dañados. Así, el proceso restaurativo se convierte en un puente entre el daño sufrido y la posibilidad de un futuro más justo, responsable y conectado con la comunidad.

CONCLUSIONES

La justicia restaurativa reafirma que escuchar las historias de las personas afectadas por el delito es un acto esencial de dignidad y reparación. Crear espacios seguros donde las voces sean reconocidas permite comprender el daño desde lo humano y no solo desde lo jurídico.

A través de la expresión de sentimientos, necesidades y responsabilidades, los procesos restaurativos favorecen cambios reales y una implicación consciente hacia el futuro, tanto a nivel personal como comunitario.

Finalmente, la reintegración y la reconexión con la comunidad se consolidan como elementos clave para una justicia más humana, capaz de sanar, fortalecer vínculos y promover una convivencia basada en el respeto y la empatía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario